Aaron Quo Dialogues

(Extracto de: The Aaron-Q’uo Dialogues – Rueckert-Brodsky – Traducción: Manuel Requena)

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Enlace: http://www.llresearch.org/transcripts/issues/1991/1991_0228_2.aspx

Carla:

Siempre he tenido la energía física y emocional baja. ¿Qué necesito aprender y cómo puedo trabajar para sanar eso en mí misma y prestar un mejor servicio? Me da rabia no poder hacer todo aquello que deseo hacer. Y entonces me siento culpable porque siento rabia. ¡Ayuda!

 

Aaron:

Percibo una cantidad normal de energía dentro de ti, pero está parcialmente bloqueada por debajo del chakra del corazón por la ira, por lo que el flujo de energía está restringido. Así que hablemos de la ira.

Existe el malentendido de asumir que uno tiene sólo dos opciones para hacer frente a la ira, o cualquier emoción fuerte: la de expresarla y hablar de ella, o la de suprimirla.

Hay una tercera opción, y es simplemente ser consciente de ella.

Cuando eres consciente de algo de forma tranquila y lo tocas con tu dulzura, muy a menudo ese algo se disuelve. Simplemente ya no tiene la misma solidez, la misma influencia sobre ti.

No es necesario manifestar tu ira, expresarla verbalmente o mediante prácticas como tirar almohadas. Esta práctica, en cierto modo, aumenta la ira. Sí que permite al ser reconocerla, y para algunos seres que tienen una gran cantidad de problemas para reconocerla, puede usarse como un primer paso útil. Yo prefiero simplemente tratarlo como se trata a un dedo gordo del pie aplastado.

¿Quieres hacer un experimento aquí conmigo?

Imagínate sentada en lo alto de una montaña. Es un hermoso día. Hay una visión clara. El sol brilla con una preciosa calidez, como un manto caliente sobre tus hombros, y una brisa fresca toca tu cara. A lo lejos se ve una nube, y entonces te das la vuelta dándole la espalda a ella y vuelves a disfrutar de la vista. La nube se acerca, pero eres totalmente inconsciente de su presencia, hasta que de repente aparece sobre la parte superior de la cima de la montaña, encerrándote por completo dentro de ella, ocultando el Sol. No puedes ver tus manos a 15 cm frente a tu rostro. El aire se siente frío y húmedo. Hay una sensación de pánico, y piensas, “¿Cómo voy a encontrar el camino para llegar abajo?” Hay un sentimiento de ira, de querer que esta nube se vaya. ¿Puedes sentir esa necesidad de alejarla, sentir lo difícil que es simplemente sentarse allí y dejar que esté allí? ¿Puedes sentir lo fuerte que es la aversión hacia ella?

Vuelve de nuevo a la cima soleada de la montaña y a la misma nube en la distancia. Disfruta de la vista y sé consciente de la nube: “Hay una nube que viene… umm, parece que va a estar aquí en diez o quince minutos. Bueno, aquí viene… uno o dos minutos más… Es una nube enorme, ciertamente, y parece muy densa. Creo que va a estar aquí durante media hora, tal vez incluso más. Tal vez debería ponerme la chaqueta… y aquí llega.” Y te encierra completamente de nuevo. Y de nuevo no puedes ver tus manos delante de tu rostro, y echas de menos el calor del sol y la vista, y de nuevo la sensación fría y húmeda. Pero la has visto venir y sabes cuánto tiempo va a estar allí. ¿Puedes ver lo mucho más fácil que es simplemente sentarse con ella y permitir su presencia, ver que ya no hay una lucha contra ella?, es sólo una nube. ¿Podéis sentir la diferencia?

Tu ira es así. Se convierte en sólida cuando se lucha contra ella, cuando hay una sensación de que la necesitas o de que necesitas hacer que desaparezca o de que tienes que hacer algo especial con ella. Cuando puedes simplemente permitir que, siendo una nube, pase de largo y dejas de lado tu lucha contra ella, entonces no hay necesidad de reaccionar ante ella.

Ciertas condiciones provocan que aparezca la ira, te haces consciente de ella, y entonces se disuelve y desaparece. No es la ira lo que es un problema, es tu reacción a la ira. Eso es lo que solidifica la ira.

Entonces, ¿cómo puedes trabajar con esto? En verdad es sencillamente una habilidad que puede ser desarrollada, y tiene dos partes.

Una es ser consciente del surgimiento de la ira tan pronto como sea posible, cada vez que aparece, incluso comenzando a notar las situaciones que pueden provocar ira y diciendo: “¿Me pregunto si vendrá la ira a continuación?”

Y el segundo es darte cuenta de tu reacción a la ira, preguntando: “¿Existe algún juicio hacia ella? ¿Existe odio hacia ella? O puedo simplemente sostenerla, sosteniéndome a mí misma en mis brazos, como haría mentalmente si tuviera un dedo gordo aplastado? ¿Puedo responder a esta ira como me gustaría responder a un niño que viniera dentro de mí llorando y diciendo: ‘Un matón me empujó hacia abajo’?

¿Le diría a ese niño: “Bueno, no te enfades”, o sería más hábil si sostuviera a ese niño en mis brazos y le dijera: “Veo lo enfadado que te sientes”, y le asegurara que sigue siendo amado a pesar de la ira, que la ira no tiene nada que ver con el hecho de ser amado, con la perfección de su alma”?

Es tan fácil para todos vosotros sentir compasión por los demás, pero no por vosotros mismos. Así que te pregunto, ¿puedes comenzar a relacionarte con esta ira de una manera más abierta y amorosa? No estoy sugiriendo aquí que es de seres hábiles dar vueltas y vueltas a la ira, pero la ira aparece, al igual que las nubes se nos vienen encima. Mientras estés aquí en un cuerpo físico, van a existir sentimientos.

Incluso el ser encarnado más evolucionado en un cuerpo humano todavía tiene sentimientos, pero ya no tiene más apego o aversión a esos sentimientos. Ya no existe más la necesidad de deshacerse de ellos o luchar contra ellos. Y es a través de esa relajación en la lucha como uno encuentra un profundo estado de paz. La ira y el amor no son mutuamente excluyentes. Todo depende de cómo te relacionas con la ira.

En términos puramente prácticos, yo sugeriría que sería útil jugar un juego con uno mismo para ayudar a relajarse y relacionarse con más amor y más abiertamente con la ira.

Lleva un cuaderno contigo, un pequeño bloc de notas, y durante un día, o varios días, como más práctico te parezca, cada vez que veas la ira aparecer simplemente marca una raya. Sé como un gato en una ratonera y piensa: “¡Ajá! Ahí hay ira, la cogí, la he visto esta vez. Me estoy volviendo cada vez más rápido. La veo más y más rápido.” Mira a ver si puedes iluminar un poco más, “¡Oh, aquí está la ira!”.

La segunda cosa que me permito sugerir que podría ser útil es comenzar a observar el patrón de la forma en que te relacionas con tu ira, para empezar a tener en cuenta, cada vez que notas la ira surgir, esa pequeña voz que dice: “No debería estar enfadada”, y preguntarle a la voz, “¿Por qué no habría de estarlo?”.

Hay una gran diferencia [entre] usar la ira como una razón para actuar torpemente contra otro, y simplemente sentir ira.

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