amor

 

Quererse a uno mismo no es un trabajo fácil.

En el camino de la búsqueda de la Verdad hay muchas pistas, y muchos caminos, cada uno de ellos con muchas posibilidades de crecer, y también de equivocarse y perderse.

En este camino, incluso la persona que ha elegido el camino de servir al yo a costa de otros, aunque consiga grandes ventajas, éxitos aparentes y la atención y el servicio de otras personas, tiene grandes dificultades en quererse a sí misma puesto que el camino del servicio al yo va cerrando el corazón, y no puede sentir amor verdadero hacia el yo. No hay compasión, sólo control y protección.

Y para la persona que ha elegido el camino del servicio a los demás, quererse no es tampoco cosa fácil, pues cada fallo auto-percibido, cada momento en el que no consigue ser su más alta visión, dar el servicio que cree que es mejor, entonces aparece el juicio, y le resulta difícil ver que ese yo, con sus fallos, también es digno de amor. Parece fácil para esa persona ser compasiva con los demás, pero ¿cuántas veces le cuesta ser compasiva con sus propios defectos, como lo sería con los de sus hijos?

Pero he ahí el misterio de la vida, y la magia de la fe y la voluntad, pues a través de vivir esas experiencias y errores aparentes una y otra vez, el ser es capaz de ir eligiendo amarse a sí mismo o no hacerlo, y fortaleciendo sus lazos con el amor.

Y lo increíble es que cuando consigues amar esa parte de ti más oscura, más egoísta, más agresiva, más violenta, y miras a ese ser que eres, tan humano, con compasión, entonces puedes empezar a mostrar verdadera compasión por aquellos que están a tu alrededor.

El camino del buscador de la verdad no siempre es fácil, pero cada paso que da merece la pena, pues al final de nuestra breve vida como seres humanos revisaremos nuestras elecciones, y nos maravillaremos ante cada ocasión que pudimos mostrar compasión en lugar de juicio ante nuestros compañeros del camino.

Que tu compasión crezca fuerte, grande, infinita, y que tu compasión empiece siempre por la persona más importante: Tú.

Pues todos somos uno, y ese uno es Amor. Tú y yo. La vida. El universo. Todo Uno.

Te deseo una semana maravillosa, llena de Amor, Plenitud y Sabiduría.

Un afectuoso saludo,

Manuel Requena

 

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