El dolor en la vida
¿Cuántas veces hemos sufrido un dolor en alguna parte del cuerpo y nos hemos preguntado por qué existe el dolor?
El dolor físico es una parte (no demasiado agradable) de la experiencia humana, y a veces podemos pensar que no tiene ningún sentido, que no debería estar ahí.
Bueno, por supuesto, si apoyas la mano en el fuego por distracción, es bueno que el dolor te avise para quitar la mano antes de que se chamusque. Pero no me refiero a esa utilidad práctica tan evidente, sino a esos dolores que parece que solo nos frenan, y que a veces parece que surgen de la nada.
A veces, cuando aparece un dolor, simplemente nos molestamos y nos preguntamos: ¿Qué ha pasado? ¿Por qué me sucede esto a mí?
Esa es un tipo de actitud que normalmente nos lleva más bien hacia la desesperación que hacia soluciones o hacia tener más paz interior.
En cambio, si suponemos que todo en la vida tiene un sentido positivo, que hay un cierto amor que está detrás de todo, es posible que nuestra actitud sea diferente, y nos lleve a nuevas visiones, a nuevas respuestas.
Si llevamos un tiempo haciéndonos preguntas sobre la vida y su significado, puede que, cuando aparece el dolor, nos lleve después a la pregunta: ¿qué me quiere decir mi cuerpo con este síntoma?
Yo empecé así hace ya varios años, a pesar de tener un gran escepticismo y una mente muy racional y analítica, pero me abrí a investigar si el dolor podía tener un sentido y terminé descubriendo un método maravilloso para traducir mi cuerpo y sus síntomas.
Descubrí que ningún síntoma era casual, y que si aprendía su lenguaje, encontraría un nuevo camino, que me llevó curiosamente a encontrar en mi corazón respuestas a preguntas espirituales que nunca había imaginado que respondería, como por ejemplo:
- ¿Tengo alma o algo parecido?
- ¿Hay amor para mi en el universo?
- ¿Tengo un plan, un propósito o una misión vital?
- ¿Existen acciones buenas o malas para mí o universalmente?
- ¿Quererse es egoísmo?
- ¿Cómo puedo estar cada vez más en el amor?
Y no sólo he encontrado, con más o menos acierto, respuestas a muchas de esas preguntas que fueron surgiendo en mí, sino también a cuestiones más personales y concretas, como:
- ¿Debo ir por este camino para ser feliz?
- ¿Estoy actuando por amor o por obligación con esta persona?
- ¿Está situación está en mi vida para aprender algo o debo evitarla?
Cuando tenía dudas y no sabía cuál era mi camino, el de verdad, descubrí que mis dolores y síntomas me mostraban con claridad ese camino a través de mi cuerpo, y que me ayudaban a recuperar la paz y la salud cuando me permitía escuchar la voz de mi Ser.
La vida me manda mensajes
Desde esa experiencia hoy puedo decirte lo que siento que es la respuesta a la pregunta: ¿Tiene algún sentido cuando te duele el cuerpo?
Y la respuesta para mí es sí. Tu cuerpo te habla de amor, y puedes aprender a escuchar sus mensajes.
Pero, ¿qué es lo que dice y cómo te habla?
Cada parte de tu cuerpo y cada síntoma te dice un mensaje diferente, y aprenderlos es como aprender un idioma, requiere un poco de práctica y atención.
- Por ejemplo, los problemas en las piernas te indican un miedo a avanzar hacia tu futuro, hacia un lugar o un proyecto.
- En cambio, los brazos y sus síntomas te hablan de problemas para actuar en el presente, para abrazar o para dar y recibir.
- Los ojos te indican que te cuesta mirar y ver ciertas partes de tu vida. La miopía se refiere al futuro (lo que está “lejos”), y la presbicia lo que ocurre en el presente, cerca de ti.
- El estomago te dice que te cuesta digerir ciertos eventos o ciertas personas, por un juicio que te impide aceptar lo que sucede con amor desde el corazón. La garganta te dice, si te duele al tragar, que hay algo que no tragas y que te ayudaría poner límites o aceptar más con amor lo que juzgas o rechazas.
Como ves, cada parte del cuerpo es como un libro que se puede leer, si conoces su lenguaje, y que te puede llevar, si te abres a escucharlo, a aprender lecciones muy valiosas sobre el amor, como por ejemplo:
Permitirte hacer lo que realmente te gusta, aunque no sea lo que otros esperan de ti.
Mirar a la cara a tus miedos, descubriendo así que tienes grandes capacidades y que todo siempre sale bien.
Aprender a aceptar aquello que rechazas, para descubrir que te estaba enseñando a amar más, abrir tu corazón y tener más paz.
Y muchas cosas más.
El camino del alma
Aprender a escuchar al cuerpo y al alma es todo un camino, con sus penas y sus glorias, pero es un camino que merece la pena caminar, pues la vida te va mostrando cada vez más amor, paz interior y armonía a tu alrededor.
Incluso aunque aparezcan retos, tu corazón aprende a estar más presente, y la paz de tu interior sigue ahí aunque todo se mueva a tu alrededor.
Para ello, además de escuchar el cuerpo, te recomiendo que aprendas a centrar tu atención en el momento presente, con cualquier forma de meditación, especialmente las que prestan atención a tu cuerpo interno o energético.
Y sobre todo, te animo a que investigues tu cuerpo y sus mensajes, verás que siempre te lleva por el buen camino, que es sencillamente el camino de tu verdadero Ser.
Si necesitas que te acompañe, cuenta con mi experiencia y mi amor para ayudarte en tu proceso. A veces con un poco de claridad las nubes se disipan y el calor del sol regresa.
Te deseo mucho amor en tu camino.
Un abrazo fuerte,
Manuel
Gracias por tu amor Manuel. Mi alma te abraza, eres hermoso, gracias por compartir tu amor.
Gracias a ti, corazón, un abrazo!!😘🌷🌈
hola hermosa pagina. cuando esta nublado me duele el cuerpo, se me nubla la mente, me siento cansado, se me duermen las piernas, comienzo a hiperventilar… esto desde hace varios años, puedo decir si va a llover estando en un cuarto obscuro. En el internet se le llama meteorosensibilidad. Yo me autodiagnostique fibromialgia, aunque es un dolor en todo el cuerpo y no en puntos especificos. tengo una elevadisima conciencia espiritual. Soy medico. siempre me e preguntado. A que se debe? Alguna pista? Un abrazo.
Hola no tengo dinero para pagar tus libros y asesorías pero me gusta mucho lo que haces, siento que es absolutamente cierto. Siempre necesitamos purificarnos aunque no sabemos hacerlo.