paisaje

 

Cada viaje que comienza debe terminar, para que empiece algo nuevo.

Cuando venimos al mundo nuestra alma está expectante, llena de ilusión por lo que vendrá, y decidida a exprimir el camino al máximo.

Con el tiempo, vamos permitiendo que la sociedad y las personas que nos quieren y nos acompañan nos vayan moldeando, y empezamos a creer que la vida es lo que nos han dicho que es. Salvo que despertemos.

Muchas veces empezamos un nuevo camino sin saber si nos llevará a cumplir nuestros sueños, de hecho a veces ni siquiera sabemos cuáles son nuestros sueños, pero seguimos avanzando, por si la vida nos quiere dar algún mensaje, o mostrarnos el camino.

Y si escuchamos atentos los sonidos del viento, el susurro de nuestras emociones, de nuestra intuición, de nuestros deseos; si sentimos de forma sutil una fuerza que se encuentra dentro y que nos impulsa hacia delante, tal vez comencemos un nuevo camino que nos llevará justo a donde queremos estar.

Pero también existe un principio del universo que te enseña que todo en la vida tiene un ritmo. Todo sube, y luego baja; todo comienza, y después termina.

Y a veces no sabemos cómo despedir lo que se va, por miedo a lo que pueda venir. ¿Y si es mejor lo malo conocido, que lo bueno por conocer?, susurra la voz del miedo.

Pero si algo he descubierto en mi vida es que los ritmos de nuestra vida son grandes, inconmensurables, y nos guían siempre, aunque no seamos conscientes de ellos.

Para mí, el viaje del alma es como subirse en un tren: Comienza en la primera parada, y va viajando, pasando por varias ciudades, donde estaciona, haces una visita, la visita termina y te vas. Conoces personas en el tren, te cruzas con otros viajeros que te acompañan parte del trayecto, y con algunos de ellos haces relaciones muy especiales. Vivencias, recuerdos, todo sirve al propósito del alma.

Pero el tren sigue su camino sin detenerse nunca del todo y, aunque a veces se desvía, el destino al que va es seguro, o al menos muy probable (no es tan fácil hacer descarrilar un tren).

Eso no significa que todo esté predeterminado, sino solo que tu alma sabe a dónde va, y no se deja desviar porque quieras que el tren vaya por otro camino, y a menos que pongas todo tu empeño en evitarlo, te llevará una y otra vez de vuelta al amor, y a los aprendizajes y momentos que viniste a vivir.

El tren llega a un lugar, después se siente familiar pasado un tiempo, y un día llega el momento de partir, porque el viaje continúa. Y es bueno hacer las maletas, despedirse con amor —sintiendo gratitud por las experiencias vividas— y mirar hacia delante con asombro y curiosidad ante el misterio de lo que está por llegar.

Confía, tu alma sabe quién eres y cómo llevarte al camino de tus sueños. Y, sin duda, llegarás.

Te mando un afectuoso saludo,

Manuel Requena

 

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Manuel Requena
Manuel Requena
Me considero un afinador del alma y un intérprete de sus mensajes, y me encanta ayudar a almas sensibles y amorosas a recuperar la claridad, la paz y el equilibrio interior en momentos de confusión, usando mi técnica ATS (Acción Transformadora desde el Síntoma). Si necesitas ayuda en tu camino, aquí me tienes.💕