Me gustaría decir que es fácil quererse a uno mismo. Pero sé que no siempre es así.
Algunas personas me preguntan que cómo se hace eso, que qué es eso de quererse a uno mismo. Y cuando hablo de ello, parece que mis palabras son vagas, filosóficas, poco prácticas.
Sé que hay muchas formas de querer, y de quererse, y en mi opinión es bueno ser consciente de cómo uno desea amar, y ser amado.
Una forma de amarse a uno mismo es elegir la vía del servicio al yo. Es lo que llaman el camino negativo, o magnético, porque busca utilizar el amor de los demás para incrementar su poder y bienestar. Se basa en el miedo, el control, y el poder de manipular a los demás y el entorno. Es una vía tan válida como cualquier otra de servir al Creador.
Otra forma de amarse a uno mismo, es elegir la vía del servicio a los demás. Es el llamado camino positivo o radiante, porque busca dar a los demás, aún a costa de su propio bienestar inmediato. ¿Y cómo se puede querer a uno mismo, si eliges servir a los demás? ¿Cuándo se convierte en egoísmo, y cuándo eso es sano respeto por uno mismo?
En la vía del servicio a los demás, la persona trata de dar a los demás, al menos, un poco más que lo que se da a sí mismo. Es la vida del amor, de la compasión, y del servicio genuino y desinteresado a otros seres, en los que ves al Creador. Es la vía de la fe y de la confianza en la vida.
En esta vía, darse a uno mismo es elegir ver al Creador no sólo en los demás, sino también en uno mismo, que es lo más difícil en este caso. Pero cuando te amas a ti mismo, cuando te entiendes, cuando comprendes y perdonas tus fallos y errores humanos, y sigues esforzándote por servir a los demás de la mejor forma posible, sin tratar de minimizar tu responsabilidad, pero entendiendo que todo lleva un proceso, entonces verdaderamente puedes amar a los demás, pues has perdonado y abrazado verdaderamente tu oscuridad y tus partes negativas.
Y en esta vía, dar a los demás se puede convertir en un verdadero placer, y llegar a recibir mucho más de lo que se da, pudiendo así dar más aún, en un ciclo de amor infinito.
Para amarte, a veces sólo tienes que permitirte pequeños gestos: mostrar tu dolor y tu vulnerabilidad, sin tratar por ello de conseguir algo a costa de nadie, sino sólo aceptando tu humanidad; regalarte tiempo de descanso cuando lo necesitas; decirte palabras hermosas al mirarte al espejo, o al acariciar tu cuerpo; recibir los regalos que te da la vida; abrazarte con amor y compasión cuando ves que has cometido un error, y pedir ayuda y apoyo para perdonar y perdonarte; son pequeñas cosas que están al alcance de nuestra mano.
Pero quererse a uno mismo es mucho más. Es ver esa parte infinita de tu Ser, que no está limitada por el tiempo ni el espacio, y que está y siempre ha estado conectada con esa fuente de Amor que permea todo el universo, la parte de ti que es una con el Creador.
Cuando reconoces en ti esa divinidad, y deseas compartirla con los demás, descubres que tu vida es un faro para otros, y que tu Ser es siempre digno de ser amado, tal y como es.
Te deseo una semana maravillosa, llena de Amor, Plenitud y Sabiduría.
Un afectuoso saludo,
Manuel Requena
Hola Manuel,
Me gusta mucho el tema de esta semana.
Antes solía desvivirme por servir a los demás hasta que un día me di cuenta que lo importante es que me quiera a mí mismo.
Es curioso, al principio pensaba que estaba siendo egoísta, y después de practicar, me di cuenta que el amor de verdad a de nacer de adentro a afuera.
Esta es una frase que me dijo mi padre que me sigue impactando: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. Esto me recuerda que todos somos uno y que hemos de querernos a nosotros mismos al igual que a los demás.
También he descubierto que el solo estar es amor suficiente. A veces sentía este amor tan fuerte dentro de mí y lo quería compartir con los demás para que fuesen felices.
El sufrir y el llorar son experiencias que nos hacen humanos y son señales que el universo nos otorga para crecer y sentir.
He descubierto que estos sentimientos son buenos y saludables lo importante es darnos cuenta cuando estamos estancados y aprender a dejarlos fluir para recibir su mensaje de sabiduría.
Por eso cuando te escucho y siento que lo estás pasando mal, te mando amor, para que aprecies la experiencia, la dejes fluir y sigamos avanzando en nuestro desarrollo humano.
Te quiero amigo y te deseo lo mejor,
Un abrazo,
Gonzalo